martes, 26 de junio de 2007





Acabamos con una vida que no pudo ser, pasamos la página, y solo queda un amargo regusto de tristeza por todo aquello que soñamos un día y al final quedó convertido, en el mejor de los casos, en indiferencia, nostalgia y amargos reproches...
Hoy ha sido un día de recuentos, sombras de reproche que ya nunca serán, airados desengaños. Debiera haber sido azul, y sin embargo, el sol brillaba radiante y ajeno a tanta pérdida.
Últimamente me siento viejo, prematuramente sabio, cansado, incapaz de meterme en la vida con el ímpetu necesario para sentir cólera ante tanta estupidez y mezquindad y asisto ausente a los afanes azarosos de mis congéneres, que las más de las veces contemplo como si carecieran por completo de sentido.
Llega el verano e imagino otras latitudes en las que perderse es fácil, a veces inevitable, y siento deseos de pasear sin rumbo de nuevo, sintiéndome espectador, tan ajeno a su devenir como un fantasma, y no obstante, espectante.

2 comentarios:

Ana Cervantes dijo...

Cairo, es necesario esperar, aunque la esperanza haya de verse siempre frustada, pues la esperanza misma constituye una dicha, y sus fracasos, por frecuentes que sean, son menos horribles que su extinción. Un beso.

Cairo dijo...

Muy cierto, y muy bien expresado, haremos caso a esta musa, como idjo el poeta, esperar a que el corazón despierte, a contragolpe...(o se espabile, al menos)