viernes, 13 de julio de 2007

La lluvia...

El destino nos arrastra inexorablemente al arrasamiento recíproco, vamos dando cada paso, movidos por la mano invisible que nos arrastra al resultado que no quisimos ver, ignorantes de las consecuencias de ese futuro que pronto será pasado fugaz, cargado de olores, colores, recuerdos lúbricos, y consecuencias presentidas. Aún cuando no queramos verlo, la velocidad con la que nos dejamos llevar por ese aparente azar cargado de dirección y sentido, es otra prueba del determinismo con el que nuestros cuerpos obedecen a la oscura llamada del deseo.