sábado, 2 de diciembre de 2006

La humedad del sueño me sumerge en la inconsciencia del pasado cercano, incapaz de recordar y recordando mi incapacidad, y pienso en las noches en vela que nunca superaran a las del profundo y desconocido sueño, dimensión sin paredes, límites ni fronteras donde perderse es fácil e inevitable, y ansioso el despertar voluntario que nos arranca de sus oscuros dominios, de los cuales el despertador es a veces ribera, otras balsa, las más catarata por la que se despeñan los deseos aún incumplidos. Ignoro si la vida, como el sueño, acaba despeñada por el precipicio de otra realidad (hiperrealidad), ni qué despertador es el que a ella nos arroja, y si la vida es peor y más ingrata que el sueño, cómo ha ser esa metarealidad (¿metafísica?), pero pienso en el largo día transcurrido desde que perdí la inocencia, y se me antoja corto el resto del camino.

No hay comentarios: