domingo, 19 de noviembre de 2006



La pasada noche soñé contigo. Un largo sueño en el cual tú ya no eras tú sino otra. No la misma persona, con tu mundo rodeándote como un halo tangible, sino alguien decidido, sin piedad, resuelta a dominar y a dominarme.
Llevo un día, a consecuencia de ello, diferente, resacoso de mi sueño, de tu extraña presencia, premonitoria de un encuentro necesario que borre la oscuridad y la sinrazón de esa pesadilla. Por eso te escribo, sin saber si la dirección es correcta, después de años sin hablar desde nuestro último encuentro en Madrid.
Es madrugada, y repasando viejos papeles en una carpeta aún más vieja, he encontrado una carta dirigida a ti que nunca mandé, y de cuyas consecuencias nunca sabremos, que queda archivada para surtir sus efectos únicamente en otra existencia, en una dimensión paralela. Está llena de referencias a Justine, a Nessim, a Darley, sobre todo a este último. Hace quince años que la escribí, de madrugada, como ahora, y como ahora, sin saber si finalmente leerás su contenido.
Hemos perdido la inocencia, algunos sueños, cierta frescura... Hemos ganado en autoconocimiento, en posibilismo, en dinero. Seguramente hemos aprendido al fin a querernos a nosotros mismos más que al próximo. Sin embargo, leyendo todos esos papeles, no he podido evitar la nostalgia, el sabor a alcohol y a descubrimiento de aquellos días, el sufrimiento controlado y disfrutable que nos hacía vivir la vida como los protagonistas de una película de Houston, a veces de Allen.
No sé que será de ti.

7 comentarios:

AnA dijo...

Todo no puede consistir en buscarse y recordar.

Cairo dijo...

Tienes razón, pero hay momentos en que la vida anda a vueltas con nuestro destino, y nos obliga, dolorosamente, a mirar atrás.

AnA dijo...

Por dónde andas?Dónde encontraste el destino?

Cairo dijo...

Aún lo busco...sabrías indicarme el camino?

Ana Cervantes dijo...

Es el típico tópico, pero en esta vida hay que arrepentirse mejor de las cosas que hacemos y no de aquellas que dejamos sin hacer. De lo contrario, el corazón se te llena de espinas de incertidumbre, de sabores nostálgicos y es inevitable pensar en "y si al final yo hubiera...". ¿Se puede vivir la vida en mayúslas si continuamente pensamos en las consecuencias de lo que hacemos o en las consecuencias de lo que dejamos de hacer? A veces, la pasión ha de ganarle la batalla a la racionalidad.

Cairo dijo...

Tienes razón "erato", yo hace un año que me apunté a esa tesis y con arreglo a ella vivo, más incómodo, pero mejor. Mirando atrás hay tantas cosas que hice, y tantas otras que no hice, y la verdad es que me arrepiento de pocas, al final la vida es un corto trayecto, lo suficientemente largo para saborear apenas alguna que otra copa, algún que otro momento y lugar. Además en la vida, hay momentos en que se debe vivir a tope, son pocas las oportunidades que tendremos luego, la travesía del desierto puede comenzar al volver la siguiente esquina.

Ana Cervantes dijo...

Yo también me arrepiento de algunas cosas... pero ¿sabes qué? hasta de esas cosas he aprendido alguna lección. Soy estudiante de Derecho, y sin embargo, aunque me apasiona mi carrera, me gusta mucho más ser aprendiz y alumna de la vida. Nuca se sabe todo, nunca se conoce todo. En ese sentido, soy una eterna estudiande. De casi todas las cosas se aprende algo, ¿no?