
Quiero tu sangre joven, que es querer
todo lo que la vida aún no ha podido hacerte.
De lo que me alimento
es de tu inútil sangre esperanzada,
de cuanto sé que ignoras hasta hoy,
y que más nos valdría que no supieses nunca.
De esa manera, por obra de tu sangre,
creo en lo que no creo, y olvido lo que sé
que te ha de suceder.
C. Marzal.